¡Ah, la «Bitcoinización»! Ese término que nos hace voltear a todos en el ecosistema cripto. Seamos honestos, a veces suena a cuento de hadas, ¿verdad? Y como buen cuento, tiene sus dragones y sus tesoros, pero también, y esto es importante, su buena dosis de fantasía. Si me permiten, vamos a desmenuzar esto.
¿Qué es la «Bitcoinización» y por qué se habla tanto de ella?
Para empezar, la bitcoinización es esa idea de que Bitcoin se convierta en la moneda para todo y para todos. No es solo una inversión, no es solo una tecnología, es la pretensión de que sea el pilar central de un nuevo sistema económico global. Hablamos de sustituir lo que tenemos por Bitcoin. Es, sin rodeos, un sueño de hegemonía. Y como todo sueño hegemónico, nace de la convicción de que el nuevo sistema será infinitamente mejor que el actual.
Claro, es innegable la influencia libertaria en esta visión. La fascinación por una moneda escasa, independiente de la gestión gubernamental, que no pueda ser manipulada por políticos o bancos centrales. Y, por supuesto, en este viaje idealista, no podía faltar una mirada nostálgica al viejo patrón oro. Para muchos, la bitcoinización es ese retorno a un pasado «más puro», donde el dinero era «sólido» y no una herramienta de la política monetaria. En ese sentido, tiene un aire conservador y hasta reaccionario.
Las lecciones del pasado y el presente
Pero la historia económica, mis amigos, nos ha enseñado sus lecciones, y no son pocas. Recordamos muy bien las limitaciones y fallas de los sistemas monetarios basados en una moneda escasa e independiente de la gestión gubernamental. El siglo XIX, por ejemplo, fue testigo de crisis económicas prácticamente incontrolables bajo el patrón oro. ¿Y por qué creen que hoy tenemos el sistema que tenemos? No es perfecto, dista mucho de serlo, pero surgió como una respuesta a esas deficiencias, a esa inestabilidad.
Bitcoin es una maravilla, no me malinterpreten. Ha demostrado ser un activo de inversión con un potencial de crecimiento financiero asombroso y necesario en el panorama actual. Ha abierto puertas que antes estaban cerradas para millones de personas. Pero de ahí a que sea el ideal para todo, incluso para la sopa del desayuno, hay un trecho enorme.
Bitcoin como activo vs. Bitcoin como utopía
Piénsenlo así: a mí me encanta la pizza. Pero el día que alguien, con un entusiasmo desmedido, proponga que comamos pizza en el desayuno, el almuerzo, la cena y la merienda, y que no comamos nada más, probablemente la cosa ya no sea tan divertida. Bitcoin, como activo de inversión, está cumpliendo una función valiosísima. Ofrece una alternativa y una oportunidad de crecimiento financiero que es innegablemente importante.
Sin embargo, el elemento político y experimental de querer cambiarlo todo con Bitcoin, de hacer de él la única solución a todos nuestros problemas, no es solo ambicioso y, en muchos sentidos, innecesario. También es una utopía y, potencialmente, perjudicial. La idea de «Bitcoin lo arregla todo» (Bitcoin fix it) es una simplificación bastante infantil.
La tendencia global, lo que estamos viendo, no es la sustitución de una hegemonía por otra. La tendencia es la fragmentación y la pluralidad. Es decir, no un solo activo para todo, sino miles de activos para diferentes cosas. Vemos cómo los modos de pago se multiplican, cómo las opciones financieras se diversifican.
El verdadero rol de Bitcoin en un mundo plural
Entonces, ¿cuál es el rol de Bitcoin en todo esto? Bitcoin podría tener un papel importante en la diversidad. El usuario final no quiere una guerra con el sistema. Lo que realmente quiere es una vida mejor. Y para eso, necesita una caja de herramientas llena de diferentes instrumentos, cada uno con su uso específico. Así, su capacidad para navegar el mundo financiero y mejorar su vida será mucho mayor.
Bitcoin puede ser una de esas herramientas, una muy potente, pero no la única. La complejidad de nuestra economía y nuestras sociedades no se resuelve con una solución única y totalitaria. La verdadera evolución viene de la adaptación, la diversificación y la capacidad de elegir.
Entonces, la pregunta que nos queda es: ¿estamos construyendo un futuro más flexible y diverso, o estamos persiguiendo una nueva, aunque digital, forma de rigidez?
Y aquí es donde el ideal se topa con la cruda realidad. Las utopías, mis amigos, son perfectas solo en nuestra imaginación y en la propaganda. El futuro, si bien soporta todo en teoría, en la práctica es mucho más complejo y contradictorio. Cada buena idea, por brillante que parezca, trae consigo consecuencias no deseadas, a menudo difíciles o incluso imposibles de predecir.
Piénsenlo: nuestro sistema financiero actual, con todos sus defectos, es el resultado de siglos de refinamiento. Es un sistema híbrido, que ha evolucionado a través de innumerables crisis y adaptaciones, hasta ser lo que es: funcional y, relativamente, equilibrado. Pretender sustituirlo de golpe con un código de computadora, por muy elegante que sea, es no solo ambicioso, sino también algo ingenuo.
Los riesgos de la uniformidad
Bitcoin puede llegar a ser increíblemente popular, sí. Pero irónicamente, si la bitcoinización en su forma más pura tuviera éxito, los beneficios que hoy celebramos se reducirían notablemente. ¿Por qué? Porque al volverse la única opción, perdería esa chispa de alternativa innovadora. Tendríamos que empezar a innovar, nuevamente, para contrarrestar los daños que una implementación tan totalitaria causaría.
De pronto, quizá no tendríamos problemas de inflación, pero podríamos sufrir de una deflación crónica, estrangulando la inversión y el consumo. O, peor aún, una crisis de productividad tan graves como las que se sufrieron cuando el oro era el rey. La historia nos enseña que la monocultura, incluso en las finanzas, puede ser peligrosa. La diversidad es una fortaleza, y la complejidad de nuestra economía merece una caja de herramientas completa, no solo un martillo.
Y al final, mis queridos lectores, todo se reduce a esto: lo que aquí les presento es solo una opinión, una contribución al debate. No es, bajo ningún concepto, un ataque a quienes albergan la ilusión de un futuro totalmente bitcoinizado. Entender las visiones y las pasiones es fundamental, y el debate es necesario. Supongo, con optimismo, que cualquier proceso de cambio de esta magnitud será voluntario, no una imposición de puristas. Por eso, he aquí un pensamiento humilde: las ideas hay que debatirlas, construirlas con base en la razón y la experiencia, y no simplemente aceptarlas o promoverlas con fe ciega. Es así como avanzamos, explorando juntos los caminos, con la mente abierta y el ojo crítico.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.