En los laberínticos pasillos de la Reserva Federal estadounidense (Fed), la decisión reciente de mantener las tasas de interés sin cambios no fue una jugada al azar. Detrás de esta aparente inacción se esconde un temor latente, un fantasma económico que acecha en las sombras: la estanflación. Un término que, aunque pueda sonar técnico y distante, encierra una peligrosa combinación de males económicos que podrían sacudir los cimientos del sistema financiero tradicional y, por supuesto, dejar su huella en el volátil mundo de Bitcoin.
Pero, ¿qué demonios es exactamente la estanflación? Para entender su amenaza, primero debemos diferenciarla de sus parientes cercanos, la inflación y la deflación. La inflación, como bien sabemos, es el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en una economía durante un período de tiempo. Tu bolívar, tu dólar, tu euro, compran cada vez menos cosas. La deflación, por otro lado, es su contraparte: una disminución generalizada y sostenida de los precios. Aunque a primera vista pueda parecer una bendición (¡todo más barato!), una deflación prolongada puede paralizar la economía, ya que los consumidores postergan sus compras esperando precios aún más bajos, lo que a su vez reduce la producción y puede llevar a despidos.
La estanflación, en cambio, es una bestia mucho más compleja y, por ende, más peligrosa. Es la perversa combinación de dos fenómenos que teóricamente no deberían ocurrir al mismo tiempo: estancamiento económico (crecimiento lento o nulo, alto desempleo) e inflación elevada. Imaginen el peor de los mundos: la economía no avanza, la gente pierde sus empleos, pero al mismo tiempo, el precio del pan, la gasolina y los servicios básicos sigue subiendo sin piedad. Una pinza que atrapa a los ciudadanos y a las empresas, erosionando su poder adquisitivo y sembrando la incertidumbre.
¿Por qué es tan peligrosa la estanflación? Principalmente porque desafía las herramientas tradicionales de la política económica. Para combatir la inflación, los bancos centrales suelen subir las tasas de interés, lo que encarece el crédito, reduce el gasto y, en teoría, enfría la economía y los precios. Pero en un escenario de estanflación, subir las tasas podría agravar el estancamiento económico y el desempleo.
Por otro lado, para estimular una economía estancada, se suelen bajar las tasas de interés o implementar políticas fiscales expansivas (aumentar el gasto público). Sin embargo, en presencia de una inflación alta, estas medidas podrían exacerbar aún más el problema de los precios. Los responsables de la política económica se encuentran, entonces, atrapados en un dilema de proporciones épicas, sin una solución fácil a la vista.
¿Y la bolsa? Los mercados de valores suelen reaccionar negativamente a la estanflación. Las empresas ven reducirse sus márgenes de ganancia por el aumento de los costos y la debilidad de la demanda, lo que se traduce en menores beneficios y, por ende, en una menor valoración de sus acciones. La incertidumbre económica general también fomenta la aversión al riesgo, llevando a los inversores a buscar refugio en activos considerados más seguros, lejos de la volatilidad de la renta variable.
Ahora, la pregunta del millón para los bitcoiners: ¿cómo podría afectar la estanflación al precio de Bitcoin?
La estanflación genera un clima de incertidumbre y aversión al riesgo en los mercados financieros. En este entorno, los activos más volátiles y considerados “de riesgo”, como Bitcoin, podrían sufrir ventas masivas a medida que los inversores buscan seguridad en activos más tradicionales o en efectivo.
Un estancamiento económico podría llevar a una reducción de la liquidez en los mercados financieros en general. Esto podría afectar negativamente a Bitcoin, dificultando las operaciones y exacerbando su volatilidad.
En un contexto de crisis económica, los gobiernos y los reguladores podrían intensificar su escrutinio sobre los activos digitales, buscando formas de controlar o gravar este sector emergente. Una mayor presión regulatoria podría generar incertidumbre y afectar negativamente el precio de Bitcoin.
¿Qué se puede hacer para evitar la estanflación? No hay una receta mágica, pero generalmente se requiere una combinación de políticas fiscales y monetarias coordinadas. Por el lado monetario, los bancos centrales deben navegar con cuidado, buscando controlar la inflación sin asfixiar el crecimiento económico. Esto podría implicar aumentos de tasas graduales y bien comunicados, así como una gestión prudente de la oferta monetaria. Por el lado fiscal, los gobiernos podrían implementar políticas que fomenten la inversión productiva, mejoren la productividad y alivien las presiones de oferta que puedan estar contribuyendo a la inflación.
La misma Fed que ahora busca evitar la estanflación mediante la estabilidad de tasas, fue la que implementó políticas monetarias expansivas durante la pandemia para evitar una deflación, políticas que algunos argumentan que contribuyeron a la inflación actual. La ironía reside en que la medicina de ayer podría ser el veneno de hoy. La contradicción se manifiesta en la dificultad de encontrar un equilibrio entre estimular el crecimiento y controlar los precios, especialmente cuando factores externos como los precios de la energía o los problemas en las cadenas de suministro juegan un papel importante.
¿Qué podemos hacer como individuos para superar esto? No hay soluciones milagrosas, pero la prudencia financiera se vuelve fundamental. Reducir deudas, controlar gastos y diversificar inversiones son estrategias clave. Y aquí es donde la mención de buscar seguridad en “activos estables” cobra relevancia. Tradicionalmente, esto podría significar bonos del gobierno o metales preciosos como el oro. Sin embargo, en este nuevo panorama financiero, algunos individuos podrían considerar una porción de su patrimonio en stablecoins (criptomonedas cuyo valor está anclado a una moneda fiduciaria) o incluso en Bitcoin, si lo perciben como un activo con potencial de preservar valor a largo plazo, a pesar de su volatilidad.
En definitiva, la estanflación es un escenario económico temido con razón. Su potencial impacto en Bitcoin es complejo y multifacético. La decisión de la Fed de mantener las tasas estables es un reflejo de la cautela ante esta amenaza. En este incierto panorama, la información, la diversificación y la prudencia se erigen como las mejores herramientas para navegar las turbulentas aguas económicas que puedan avecinarse. Bitcoin, como un observador peculiar y cada vez más relevante, seguirá de cerca el desarrollo de este delicado equilibrio.
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