Al otro lado de la pantalla, con una sudadera ancha y despojada de cualquier artificio de maquillaje, aparece desde un apartamento en algún lugar de Canadá Lux Pascal (California, 1992). Alejada de esos vestidos imposibles que en los últimos meses ha paseado junto a su hermano Pedro, constituido en estrella absoluta del panorama de Hollywood, la actriz tiene hasta un aire adolescente. De quien aún está en los inicios de una carrera.
Y, en parte, así es pese a contar ya con una trayectoria en el cine de su verdadero país de origen, Chile, que arrancó en 2011 y con un papel junto a su hermano en la popularísima Narcos de Netflix. Porque Lux solo se ha entendido en femenino, pero su cuerpo fue masculino hasta que en 2021 hizo pública su transición. Ahora, por primera vez, ella -y el pronombre importa- protagonizará una película, Miss Carbón, que se estrena hoy y en la que el mensaje también importa. La actriz es Carla Rodríguez, la primera mujer -también trans- minera de Argentina.
En 2011, en la localidad sureña de Río Turbio, se presentó, aún con su DNI en masculino, esa mujer a una llamada laboral de la carbonífera y acabó bajando a un lugar excluido por pura superstición a mujeres. Y hasta en ese año coincide el inicio de Carla y Lux, que pudo no ser ella. Porque la actriz ha cerrado ahora un período de cuatro años en el prestigioso conservatorio Juilliard de Nueva York -allí se graduaron Miles Davis, Jessica Chastain, Kevin Spacey, Robin Williams, Tito Puente o Adam Driver- y hasta que no los acabó fue desechando proyectos. En un rincón estaba Miss Carbón hasta que leyó el guion. «Yo soy una persona muy leal con lo que hago y ese fue un momento tan vertiginoso en mi vida personal y profesional que no estaba pendiente de ofertas. Ignoré la película, pero al leer con atención el proyecto me enamoré».
¿Cómo es verse ante su primer protagonista y con esta película?Creo que aún lo estoy digiriendo. Es mucho trabajo, pero me lo tomé como una aventura. Se lo dije a la directora, yo quería estar en todo, en las reuniones, en las escenas, en las fiestas… Yo soy una persona muy disciplinada y me gusta regalar mi corazón a los proyectos con los que me comprometo. Obviamente he sentido la presión de ser protagonista, pero soy capaz de distanciar mi cuerpo y mi persona de la actriz que soy. He forjado una relación solo profesional con este trabajo. Soy capaz de verlo solo como eso, como un trabajo. ¿Por qué ha hecho eso? Porque soy muy perfeccionista, a niveles realmente problemáticos. Me gustaría ser más relajada, pero soy demasiado pasional. He separado la mujer y la actriz porque pasaba mucho tiempo deprimida o sufriendo porque algo no salía como yo quería, me afectaba en mi vida personal.
Esta es casi una película heroica, pero la tristeza con el mundo de su personaje es evidente. ¿Comparte esa tristeza por el mundo que vive?
Yo creo que está ahí, digamos que no me fue complejo de interpretar. El mundo puede ser un lugar algo decepcionante, pero solamente cuando uno es capaz de entenderlo puedo disfrutarlo sin culpa y sin vergüenza. Por eso prefiero incorporar esa tristeza y esa decepción en mi día a día.
¿Qué le genera esa decepción?
Que nos hemos insensibilizado, perdido el tacto con el resto. Estamos en un momento muy desafortunado en el que se nos ha olvidado el impacto de la historia. El mundo post pandemia es un mundo que todavía está en sanación y que se precipita hacia el abismo levantando discursos extremistas. No podemos olvidar los seres humanos que somos.
Esta es su primera película tras el proceso de transición, la primera con un cuerpo femenino. ¿Qué supone verse así en pantalla?
Yo nunca me concebí fuera de un cuerpo femenino, siento que siempre lo tuve. Siempre he sido una mujer. Si conté mi proceso de transición era solo para actualizar al resto de personas. Ni lo hice como activismo ni lo hice como algo panfletario. Lo hice por una necesidad bastante práctica, de que quería que el resto del mundo me viera como yo me veo y me siento.
El término activista suele estar relacionado con usted desde que hizo esa transición. Cuando digo que no soy activista es por marcar que yo soy artista. Yo me siento muy afortunada de inspirar a otras personas, pero el arte ya es intrínsecamente político. Lo más político que yo he logrado es mostrar humanidad dentro de un mundo tan precario y tan marginal. Estamos siempre buscando la conexión humana y eso es lo que nos va a salvar. ¿Por qué quiere despegarse de ese término de activista? No sé quien inventó eso, yo no soy activista. Supongo que es algo que aparece en la Wikipedia, pero no lo soy. Supongo que como me di a conocer como mujer ya suponen que soy activista. Yo tengo amigas que sí hacen activismo, son profesionales de los derechos humanos y ejercen ese trabajo. Yo soy actriz y siento que puedo abrir la puerta a las personas que vienen detrás de mí. Pero creo que el término activista está anticuado y a mucha gente por el mero hecho de existir como trans ya les definen como activistas. Eso es reduccionista y condescendiente. Yo he estudiado ocho años y quiero ser actriz.
La creciente exposición pública de la actriz tiene un vínculo marcado también a la cercanía con su hermano Pedro al que ha acompañado en las últimas alfombras rojas -Cannes, por ejemplo-. Y, en muchos casos, como icono de estilo. Con una búsqueda en Google es fácil encontrar decenas de titulares como «la llamativa hermana de Pedro Pascal que ha triunfado en Cannes», «la musa de la moda protegida por su hermano», «la auténtica protagonista de la gran noche de Gladiator 2». «Tampoco soy una persona que busque en internet lo que comentan de mí. Pero me imagino que habrá gente que tenga prejuicios, sé que los hay, pero no voy a gastar ni energía ni tiempo en explicar cómo yo ya tenía una carrera antes de que Pedro fuera famoso».
¿La figura y la popularidad de su hermano es positiva o negativa para su carrera como actriz? Es mayormente positiva, a mi hermano nunca voy a poder dejar de admirarlo ni quererlo. Entre nosotros nada ha cambiado, pero él tiene un reconocimiento mucho mayor. Hasta el momento solo se me ha asociado con él por cosas positivas. Además respeta mis decisiones profesionales. El resto de la gente obviamente puede pensar lo que quiera y yo no voy a negar el privilegio de ser su hermana. ¿Ese privilegio hace que se la valore distinto en este reinicio? Sí, pero a mí eso no me molesta, entiendo que no todo el mundo necesariamente tiene que ver la historia completa. Y de verdad que tampoco gasto energía porque no tengo control sobre eso. No voy a negar que he estado en las alfombras rojas acompañándole, que esos lugares me los ha abierto él y, de cierta manera, la exposición mediática me la ha regalado él también él. Pero es solo una de las personas, junto a mi equipo, que me ha hecho lucir en esos espacios. ¿Por qué dejó atrás su carrera en Chile para estudiar en Juilliard? Todo sucedió en una charla con mi terapeuta. En Chile he trabajado bastante, con directores bastante prestigiosos y estaba en un momento de mi vida en el que aún podía elegir volver a empezar. Mi terapeuta me recomendó vivir en otro país un tiempo porque quería seguir explotando mi ambición más allá de los límites que me imponían. ¿En esa decisión está también la intención de romper con lo previo? Sí, estuve dispuesta a sacrificar mi carrera por querer encontrarme a mí misma en Nueva York. Allí he encontrado la capacidad de ser independiente, abastecerme a mí misma emocional y materialmente. Sé que Nueva York es lo más opuesto que hay al Tíbet, pero lo siento así: un lugar en el que partir de cero, desconectarme de mi historia y mi pasado y renacer. A Carlita la ha definido como una superviviente, ¿se siente igual? Yo creo que sí. He recibido muchos no es en mi vida y siempre he tratado de esquivarlo para buscar respuestas más sinceras. En eso me considero una superviviente, en estar en la búsqueda y en validarme a mí misma. Siento que he recibido muchos no es porque había gente que quería verme de otra manera o apagar mi fuego. Porque a lo mejor tu fuego es demasiado avasallador para ellos, pero una siempre encuentra el camino correcto.«No voy a gastar ni energía ni tiempo en explicar que ya tenía una carrera antes de que mi hermano Pedro fuera famoso»